PERMANEZCAN EN MI AMOR | Jn 14, 15-29
"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho. La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean"
COMENTARIO
Podemos llenarnos de muchas cosas, podemos alcanzar metas con mucho esfuerzo, podemos ganarnos el reconocimiento de la gente, pero nada de eso puede darnos la paz que da el Señor. La paz de Jesús no es la paz de este mundo que se impone por la fuerza, sino la paz que brota del amor y del perdón. Quien ama, es capaz de comprender que el mal es la consecuencia de la ignorancia, del desconocimiento del amor de Dios. Solo quien permanece unido al Señor mediante el amor, puede mirar el mundo, inclusiive a sus enemigos, con comprensión, con paciencia, con bondad, todo eso conduce a la verdadera paz.
El Dios de Jesús no habita en templos magestuosos (Is 66,1), sino en el interior de quienes cumplen su palabra (Jn 14,23): de los mansos, de los humildes, de los sencillos, de los constructores de paz (Mt 5,5-8). Es fácil quejarse, generar conflicto, dejarse llevar por el rencor, compararse y comparar, pero en ello no hay felicidad, no hay paz ni habita Dios. Decía San Francisco de Asís: "Mi Dios y mi todo" y Santa Teresa: "Quien a Dios tiene nada le falta". Aunque parezca mentira, es fácil llenarse de sentimientos y cosas vacías. Sólo Dios puede llenar nuestro corazón de vida verdadera pues "Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (San Agustín).
Pidamos al Señor la gracia de ordenar nuestro interior para que, por medio de su Santo Espíritu, pueda habitar en nosotros. ües, si Dios habita en nosotros, no hay nada que pueda arrebatarnos la vida plena prometida por Jesús.
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Temas: Paz, Obediencia a la Palabra, Ascención, Espíritu Santo
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